lunes, 22 de septiembre de 2008

Signos y síntomas identificativos de un problema visual

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La detección de alteraciones visuales, sobre todo en la infancia, se realizan observando y evaluando las actitudes y comportamientos del niño cuando se realiza una tarea.


- Picor, escozor o lagrimeo de ojos
- Parpadea o se frota mucho los ojos
- Guiña los ojos o frunce el ceño para ver mejor
- Visión borrosa de lejos o de cerca
- Cuerpo rígido o echar la cabeza hacia delante o hacia atrás al leer o mirar un objeto lejano
- Se acerca a la televisión, o al escribir o leer un libro
- Dificultad para copiar de la pizarra
- Fatiga visual inusual al terminar una tarea o deterioro de la lectura tras períodos prolongados
- Omisión de las tareas de cerca
- Se cansa rápidamente cuando lee, escribe o dibuja
- Le molesta el sol o los cambios de luz.
- Dolor de cabeza o de ojos
- Conducta negativa en la escuela o en el trabajo
- Mala postura de cabeza o cuerpo
- Un ojo se desvía o apunta a una dirección diferente que el otro ojo (mirarlo cuidadosamente, esto puede ser muy sutil). Es significante aunque sólo ocurra cuando el niño está cansado o estresado.
- Cierra o se tapa un ojo, o gira o inclina la cabeza, al leer o ver la TV…
- Visión doble

- Dificultades generales en la lectura:
  • Movimiento de la cabeza al leer en lugar de los ojos
  • La letras parecen juntarse
  • Lectura lenta para su edad
  • No se entera de lo que ha leído o no lo recuerda
  • Pierde el lugar, salta el renglón o relee palabras o renglones
  • Tiene que ayudarse del dedo como guía en la lectura
  • Lectura en voz alta o moviendo los labios
  • Omite, añade palabras o intenta adivinarlas a partir del reconocimiento rápido de una parte de ellas
  • Mezcla sílabas al leer y los números en las matemáticas
  • Invierte letras, sílabas o palabras
  • Evita la lectura u otras tareas de cerca

- Dificultades generales en la escritura o en la habilidad motora de la mano:
  • Tamaño de letra irregular e inconstante
  • Escaso espaciado
  • Incapacidad para escribir en línea recta sin torcerse
  • Inversión de letras o palabras al escribir o copiar
  • Preferencia por la lectura, en contraposición con el juego o las actividades motoras.
  • Preferencia por los exámenes orales a los escritos.
  • Se sale del dibujo al colorear
  • No le gusta dibujar
  • Mal agarre del lápiz, o saca la lengua o hace gestos raros en la cara cuando usa la mano para hacer algo que requiere coordinación ojo-mano
  • Lentos cuando tiene que seguir un dictado

- Le cuesta comprender y seguir unas instrucciones
- Se choca con los objetos
- A veces parece torpe
- Se distrae fácilmente
- Poca atención en las tareas y necesita muchos descansos
- Problemas de concentración
- Los deberes le llevan más tiempo del que debería
- Problemas de memoria visual
- Carácter negativo y/o agresivo
- Problemas para adaptarse a los cambios
- Abandona fácilmente (dice “no puedo” , antes de intentarlo)
- Mareos, nauseas o mareos debido a movimiento
- Malas posturas al sentarse o trabajar
- Incapaz de mantenerse en una silla sentado más de 5 minutos
- Anda de puntillas
- Problemas de equilibrio
- Confusión de la derecha y la izquierda en él mismo y/o en el espacio en mayores de 7 años (y a veces arriba y abajo).
- Malos en deportes o en juegos o actividades de coordinación ojo-mano y ojo-pie (habilidades de pelota y juegos en equipo): coger o golpear una pelota.
- Etc.


Estas manifestaciones os ayudará a vosotros mismos a detectar si cualquier niño, que tengáis en vuestro entorno, puede tener un problema visual sin diagnosticar.


Además, en la consulta optométrica, el profesional os entregará u os hará un breve cuestionario acerca del niño, su desarrollo y sus hábitos visuales. Algunas veces éste es muy largo o tedioso o incluso a veces, no sabéis qué relación pueden tener, algunas de las preguntas que os están haciendo, con los ojos o con el problema que traéis; pero en estos cuestionarios no hay ninguna pregunta puesta por poner, todas dan una información muy importante que ayudará al optometrista a conseguir un mejor diagnóstico del problema que tenga el niño. Por tanto, aunque todos piensan que sus hijos son maravillosos y perfectos, pensad que si vais a la consulta es porque sospecháis algo, y si es así, es mejor ser lo más sinceros posibles a la hora de rellenar dichos cuestionarios, porque las mentiras, las medias verdades o medias informaciones o menospreciar los datos en los que el niño no es tan habilidoso no ayudan; esos datos son los que más nos pueden aportar de ese cuestionario.

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miércoles, 3 de septiembre de 2008

¡¡¡Vuelta al cole!!!

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Cuando llega Septiembre todos empezamos nuestro “año escolar” -no sólo los niños-, tanto si nos fuimos en Junio, en Julio o en Agosto de vacaciones, o como si no nos fuimos. En verano todos bajamos nuestro ritmo de trabajo; el buen tiempo, el calor, los niños sin cole, y quizás, nuestras ciudades más vacías y tranquilas, hacen que disfrutemos más nuestro tiempo y no sigamos el ritmo frenético del resto del año.

Por ello, nuestro sistema visual está mucho más relajado, ya que si baja nuestro estrés laboral, también baja nuestro estrés visual. En vacaciones, si leemos es por ocio o si hacemos alguna tarea en distancia de cerca, es porque estamos retomando alguna afición olvidada. En cualquiera de esos casos, la tensión es mínima y descansamos cuando queremos. Así, Septiembre es el mejor mes para hacernos una revisión de nuestra visión. Ésta estará en su estado más puro y relajado, dará los valores más reales que posee, tanto en cantidad como en calidad de visión (graduación, enfoque, fusión, percepción, agudeza visual, integración con otros sistemas sensoriales,…); además, emocionalmente todos estamos más relajados cuando volvemos de vacaciones, y todo afecta.

Por tanto, antes de retomar el ritmo acelerado de todo el año, es recomendable hacerse un chequeo completo de la visión para comprobar que todo está bien, o para poner soluciones si existe algún problema antes de que los síntomas surjan, o sencillamente para recibir unas pautas por parte del optometrista de una buenas Normas de Higiene Visual y de Ergonomía, que no hacen mal a nadie.



El caso particular del niño

Pero si comprobar que el sistema visual está en pleno rendimiento (sin nada que lo altere) es importante en un adulto, imaginaos lo importante que es en un niño, donde cualquier problema visual puede dificultar su correcto aprendizaje en la lectura o en la escritura, en su coordinación ojo-mano, en su desarrollo motor o en su equilibrio para realizar cualquier deporte, en su percepción, en su integración de la información visual con la de otros sentidos… Todo esto le creará limitaciones sociales que irán en perjuicio de su desarrollo, su personalidad y su carácter.

El niño está en continuo desarrollo y cualquier obstáculo que se le presente durante el mismo (en este caso hablo del desarrollo visual, pero le afectaría cualquiera alteración en cualquier sentido que le aporta una información que debe integrar), puede alterar todo el procesamiento de la información visual:
  • la forma de recibir una información,
  • la forma de integrar dicha información,
  • la forma de procesar esa información,
  • o incluso, la forma de responder a la información recibida,
realizando cualquiera de estas acciones DE UN MODO DIFERENTE AL RESTO DE LOS NIÑOS DE SU CLASE; así, cualquier actividad escolar o de su vida diaria (incluso jugar con sus amigos), puede requerir por su parte: más esfuerzo, más tiempo, más energía que le hace estar más cansado, más concentración que le hace perderla con facilidad cuando se cansa de mantenerla, más apoyo de otros sentidos o de otras habilidades que le hace ejecutar ciertas actividades de forma desequilibrada, etc.


Entre 0 y 14 años es muy importante detectar y tratar cualquier alteración visual, ya que en el sistema visual se están produciendo constantes cambios anatómicos y fisiológicos según el niño se va desarrollando, dando lugar a la formación de los patrones visuales y a todas las conexiones neurológicas que afectarán a su futura Percepción. Además, en los primeros años de vida el niño está aprendiendo de todo lo que le rodea y de todo lo que hace, y como escribí en otra entrada anterior (de mi otro blog), MUCHA de esa información entra a través de los ojos. Un problema visual (SIN SER UN PROBLEMA PATOLÓGICO) puede ocasionar:
  • problemas de rendimiento académico,
  • problemas de rendimiento deportivo,
  • fracaso escolar (a largo plazo),
  • y lo que es peor, problemas de autoestima.

Una vez el problema visual ha desaparecido (se ha tratado), estos escolares mejorarán sus notas, estarán más contentos y serán más sociales. Se sentirán más capaces de afrontar retos difíciles de la etapa escolar.

Por eso, es tan importante un DIAGNÓSTICO PRECOZ a estas edades; y tanto padres como educadores son los responsables de detectar cualquier mínimo problema que presente el niño en la realización de sus tareas diarias. El niño no se va a quejar porque no sabe lo que es un problema de visión, y piensa que todo el mundo ve como él, y si sus compañeros sacan mejores notas que él o juegan mejor al futbol, él sencillamente se irá formando una opinión negativa de él mismo (“Soy más tonto o más torpe que los demás”), reafirmada muchas veces por el entorno, sin saber que hay “algo” que le impide estar en las mismas condiciones que el resto de sus compañeros de clase o amigos al realizar cualquier actividad.


Uno de cada tres niños en edad escolar sufren algún problema de visión SIN DIAGNOSTICAR, y alrededor del 30% del fracaso escolar está relacionado con anomalías visuales.

En otra entrada tenéis una lista de SIGNOS Y SÍNTOMAS que podéis tener en cuenta para detectar si vuestro/a hijo/a o alguno de vuestros alumnos tiene algún problema visual (algunos de los síntomas de esta lista también es válida para los adultos). Pero para haceros una idea, cualquier problema en la visión puede acarrear que el niño:
  • no pueda seguir atentamente las explicaciones del profesor en la pizarra si no ve bien de lejos,
  • no pueda leer y estudiar con comodidad si ve mal de cerca,
  • no pueda entender lo que lee si se tiene que esforzar en leer bien,
  • rechazará constantemente ir al colegio,
  • su comportamiento será distraído y le costará centrarse en las lecciones o en cualquier actividad que requiera gran atención,
  • no le gustará hacer los deberes,
  • se sentirá aislado y retrasado paulatinamente del resto de sus compañeros respecto a su aprendizaje,
  • por ello, puede volverse introvertido o incluso desarrollar un complejo de inferioridad, muy negativo para su desarrollo como estudiante y como persona.

Muchas veces los padres y los educadores achacan esta actitud negativa a problemas psicosociales, a problemas de lecto-escritura (dislexia) o de hiperactividad, cuando lo más probable es que sólo sea causa de un problema visual sin tratar.

Aunque un niño no haya desarrollado su sistema visual con normalidad, cuanto antes detectemos el problema, antes podremos tratarlo y ayudarle a potenciar su sistema visual, llegando a recuperar su nivel de desarrollo normal para la edad del niño. Esto ocurre porque cuanto más pequeño es el niño, más plástico es su sistema visual, debido a que aunque el órgano visual se desarrolla completamente hasta los 2 años, hasta los 6 años su sistema visual no consigue su funcionalidad completa. Así, si durante ese período su visión tiene cualquier alteración (miopía, astigmatismo, desviación de un ojo, ojo vago, reflejo primitivo sin inhibir,…), el desarrollo no será igual, y si no se trata a tiempo dará lugar a dificultades en su vida diaria. No hay que dejar que pase el tiempo a ver si se soluciona solo, PORQUE NO LO HARÁ, irá a más y puede ser demasiado tarde cuando queramos hacer algo.


También, puede ocurrir que hasta el momento el niño no haya tenido problemas en el colegio y pensemos que su visión está correctamente, y los padres decidan que no necesita una revisión visual HASTA QUE NO MANIFIESTE ALGÚN PROBLEMA EN EL COLEGIO. No hay que esperar a que eso ocurra, una revisión rutinaria no hace mal a nadie y puede evitar que surjan los síntomas y los problemas de rendimiento en el colegio.
Puede ocurrir, que en los cursos anteriores, el niño no tuviera problemas, pero que según transcurre el nuevo curso, manifieste problemas de rendimiento o malas notas que hasta ahora no tenía. Eso sencillamente puede querer decir que el niño presenta un problema visual latente que hasta ahora no se había manifestado porque la exigencia académica no era lo suficientemente alta como para hacerla patente. Pero al aumentar la demanda académica, al aumentar de curso, un problema visual que parecía controlado, se descontrola, porque por ejemplo, el esfuerzo por entender un texto más complicado puede evidenciar un problema de lectura, que antes no parecía que existiera.


Por todo esto, como optometrista, recomiendo que cualquiera de nosotros deberíamos hacernos una revisión visual mínimo una vez al año y SOBRE TODO LOS NIÑOS. Y con “revisión visual” no me refiero sencillamente a ir al oftalmólogo -que también es recomendable, para saber si los ojos están sanos-, o hacer una simple medida de Agudeza Visual, sino el acudir a un optometrista cualificado que pueda evaluar si su sistema visual está preparado para funcionar a pleno rendimiento.


Cualquier alteración visual en niños o adultos, hace que nuestra visión no sea eficaz y en consecuencia nuestro aprendizaje o trabajo tampoco lo sea.