Esta hisotoria es sólo un ejemplo de lo que veo día a día.
Esta experiencia es contada por una persona que como ella misma dice, roza la treintena.
Casi no hace falta que cuente mucho de su caso porque ella misma lo explica muy bien.
Sólo os adelanto que es un caso de "Síndrome visual informático". Llegó a mí porque tenía muchos problemas de renidmiento en sus estudios y trabajo. Su oftalmóloga le había dicho que tenía un problema de fusión y que necesitaba hacer terapia visual.
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MI EXPERIENCIA CON LA TERAPIA VISUAL
Al igual que han hecho algunos pacientes que han recibido terapia visual, a continuación expongo mi caso, por si pudiera ser de ayuda a otras personas que se encuentran en mi misma situación o parecida y no saben qué hacer o a dónde y a quién recurrir.
Para poneros en antecedentes, indicar que soy una chica estudiante-trabajadora que roza la treintena, y que en los últimos 4 años no he dado tregua a mi vista debido a los diferentes trabajos que he tenido que realizar, todos ellos caracterizados por la necesidad de utilizar el ordenador de manera continuada, y a veces, un tanto abusiva.
Llegué a la consulta de Rosa García, “Consciencia Visual”, en enero de 2011, en busca de una solución para mis problemas de visión. Comencé a notar dificultades y molestias varias un año antes, aunque éstas se habían manifestado de manera esporádica y leve, de manera que no habían supuesto un condicionante importante en mi vida. Sin embargo, en octubre de 2010 empecé un máster que me exigía un gran esfuerzo visual debido al importante volumen de trabajo que implicaba (me pasaba muchas horas delante del ordenador y leyendo documentos), y aquellos síntomas comenzaron a hacerse cada vez más fuertes y recurrentes. Así, en diciembre de 2010 decidí consultar a mi oftalmóloga porque ya no aguantaba más; padecía de constantes dolores de cabeza, sufría de mareos cuando me levantaba de la silla de trabajo, me escocían los ojos, tenía la cabeza embotada, me molestaba muchísimo la luz (especialmente la artificial del techo) y me marea en los centros comerciales con el continuo vaivén de la gente.
Además, tampoco podía seguir el ritmo que me exigía el máster, porque tras algunas horas de lectura, llegaba un momento en el que no conseguía fijar las letras (ni las palabras), no las veía claras, tendían a desdoblarse, y por tanto era incapaz de seguir leyendo. Era una sensación extraña que todavía hoy no sé muy bien cómo describir: sólo sé que en esos momentos seguir leyendo me resultaba muy desagradable y que la única manera de volver a sentirme relativamente bien era cerrando los ojos, en la penumbra de mi habitación, lejos de la luz y de cualquier estímulo visual. El no poder “hacer uso” de mis ojos cuando yo lo deseaba no sólo repercutía en el ámbito del estudio-trabajo, también me impedía disfrutar de dos de mis grandes aficiones, que son la lectura y el cine.
Tras la revisión pertinente, mi oftalmóloga me diagnosticó un problema de fusión en mis ojos y me recomendó hacer terapia visual. Como dicha terapia se prolongaría en el tiempo y teniendo en cuenta que tras la pausa navideña tendría que volver a Madrid para continuar con el máster (yo soy de Pamplona), mi oftalmóloga me indicó que buscase allí una profesional con la que poder realizar la terapia. Encontré “Consciencia Visual” buceando en Internet, y a mediados de enero de 2011, Rosa García me realizó la primera evaluación; me explicó que tenía problemas de enfoque porque tenía el sistema visual agotado; es decir, tenía que hacer mucho esfuerzo con ambos ojos a la hora de hacer cambios de enfoque (lejos-cerca) así como para realizar de manera continuada tareas cercanas (leer, ordenador, etc.).
A los pocos días comencé la terapia visual que ha consistido en seguir unas normas sencillas de higiene visual así como en realizar unos ejercicios con los ojos (en mi casa y prácticamente a diario) que me han ayudado a corregir mi “forma de mirar” así como fortalecer mi sistema visual. En mi caso, la mejora de rendimiento ha sido lenta (la terapia ha durado unos cuantos meses) ya que la carga de trabajo en cerca (y sin pausa) que me ha exigido el máster no me ha dado la oportunidad de dar descanso a mis ojos. Sin embargo, al mes de haber comenzado la terapia (más o menos) ya empecé a notar las primeras mejorías (reducción drástica de los dolores de cabeza y de mareos) que me permitieron, al menos (¡y no es poco!), poder seguir el ritmo del máster. Con el transcurrir de las semanas fui notando de manera paulatina que mis ojos no sufrían tanto y que podía aguantar más tiempo delante de la pantalla o de un libro; la fotosensibilidad también desapareció.
Ahora que he terminado el máster y que he podido dar respiro a mis ojos, junto con la terapia visual realizada, me encuentro muchísimo mejor, aunque para mí es evidente que necesito seguir fortaleciendo mis ojos, de modo que continuaré con los ejercicios oculares para conservar el bienestar alcanzado y evitar las recaídas. La terapia me ha ayudado a ser mucho más consciente del estado de mi visión y de lo que tengo que hacer para mejorarla. Además de los ejercicios, el adoptar unos hábitos visuales más saludables (procurar relajar y dar descanso a mis ojos, por ejemplo no leyendo antes de acostarme, haciendo pausas durante un trabajo continuado, etc.) es un tema clave en mi " proceso de curación". Ahora que tengo las pautas claras, depende de mí mantener los resultados positivos obtenidos.
O.A.
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Esta situación visual seguramente muchos adultos la sufran porque muchos de los trabajos que realizamos nos obligan a pasar muchas horas delante del ordenador y no precisamente con muy buenas condiciones visuales.
Pero desgraciadamente todo el desarrollo tecnológico que se lleva produciendo desde hace tiempo a nuestro alrededor, también acecha a los niños. Hasta hace unos años eran los adultos los que sufrían el "Síndrome visual informático", pero éste está empezando a afectar también a nuestros niños y cada vez antes...
MÁS INFORMACIÓN: http://www.conscienciavisual.com/
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