Este dicho es muy famoso, pero no siempre le hacemos caso.
Prevención y Detección Precoz
La optometría básicamente se encarga de detectar anomalías visuales, es decir, problemas de visión, problemas de rendimiento relacionados con la visión, problemas de desarrollo relacionados con el desarrollo de la visión, etc. Por tanto, si esta detección se hace lo más pronto posible el tratamiento será más efectivo, necesitará menos tiempo llevarlo acabo y los resultados serán más duraderos.
¿Cómo saber si sufrimos alguna anomalía visual?
PARTIENDO DE QUE NO EXISTA NINGUNA PATOLOGÍA O ENFERMEDAD OCULAR, si notáis que tenéis problemas para ver a alguna de las distancias (para leer, escribir, dibujar, ver la televisión, conducir, practicar algún deporte, usar el ordenador,…), eso indica que probablemente tenéis algún “defecto o error de refracción” (miopía, hipermetropía, astigmatismo, anisometropía, presbicia,… conceptos que ya iré explicando ampliamente en posteriores entradas). Estos problemas visuales nos son patologías o enfermedades de los ojos, pero pueden producir grandes molestias en las tareas de la vida diaria, aunque sean de pequeña cuantía.
Estos problemas son “alteraciones visuales cuantificadas”, y con una compensación (gafas, lentes de contacto o prismas), normalmente son corregidas (NO ELIMINADAS).
Pero por otro lado, tenemos otros “problemas de calidad de visión” (tampoco son enfermedades del ojo), que no son demostradas con datos cuantitativos compresibles para el paciente, pero sin embargo, casi pueden crear más frustración e impotencia que los anteriores problemas. Esto es porque mucha gente no sabe muy bien qué le ocurre, o no sabe dónde acudir con su problema.
Afortunadamente, cada vez hay más ópticas o consultas donde hacen evaluaciones más completas que una simple graduación para sacar dichos “errores refractivos”. Allí se detecta cuál es la razón de: un problema de mal rendimiento en el trabajo o en el colegio, un problema de aprendizaje, un problema en el desarrollo visual, un problema de torpeza o de equilibrio, un problema de incapacidad de leer un libro durante largo tiempo, un problema de mareo en el coche, un problema de dislexia, etc. Supongo que no imaginabais lo relacionado que está la visión con todo lo que hacemos cada día; y muchas veces no os dais cuenta de que tratando el problema desde la visión, se puede solucionar el problema visual y el problema que no sabíais cómo “solucionar”.
¿Qué hacer si creemos que tenemos un problema visual?
Si tenéis cualquiera de estos problemas o cualquier otro que penséis que puede relacionarse con la visión (si tenéis alguna duda, en los comentarios podéis consultármelo, para confirmaros si vuestro problema se trata de un problema visual que alguno de mis colegas pueda diagnosticar; seguro que vuestro problema lo tiene mucha gente, y orientándoos a vosotros podemos ayudar a más gente; pero como dije en la entrada de bienvenida, nunca os daré una solución o tratamiento a vuestro problema, porque necesitaría evaluar cada caso aisladamente), os recomiendo que acudáis a un optometrista cualificado y que pidáis que os haga una evaluación completa de vuestra visión. Tras un adecuado examen visual, os dará la mejor opción de tratamiento (compensación óptica, terapia visual, terapia de reflejos o terapia de movimientos rítmicos, fototerapia optométrica…–tratamientos que también explicaré detenidamente en entradas posteriores-), u os remitirá al profesional que crea más adecuado a vuestro problema.
Un problema pequeño siempre es más fácil de tratar que un problema grande.
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lunes, 6 de octubre de 2008
Más vale prevenir que curar…
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Publicado por
Rosa M. García Hdez
en
4:04 a. m.
Etiquetas:
diagnóstico precoz,
error refractivo,
examen visual completo,
terapia
miércoles, 3 de septiembre de 2008
¡¡¡Vuelta al cole!!!
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Cuando llega Septiembre todos empezamos nuestro “año escolar” -no sólo los niños-, tanto si nos fuimos en Junio, en Julio o en Agosto de vacaciones, o como si no nos fuimos. En verano todos bajamos nuestro ritmo de trabajo; el buen tiempo, el calor, los niños sin cole, y quizás, nuestras ciudades más vacías y tranquilas, hacen que disfrutemos más nuestro tiempo y no sigamos el ritmo frenético del resto del año.
Por ello, nuestro sistema visual está mucho más relajado, ya que si baja nuestro estrés laboral, también baja nuestro estrés visual. En vacaciones, si leemos es por ocio o si hacemos alguna tarea en distancia de cerca, es porque estamos retomando alguna afición olvidada. En cualquiera de esos casos, la tensión es mínima y descansamos cuando queremos. Así, Septiembre es el mejor mes para hacernos una revisión de nuestra visión. Ésta estará en su estado más puro y relajado, dará los valores más reales que posee, tanto en cantidad como en calidad de visión (graduación, enfoque, fusión, percepción, agudeza visual, integración con otros sistemas sensoriales,…); además, emocionalmente todos estamos más relajados cuando volvemos de vacaciones, y todo afecta.
Por tanto, antes de retomar el ritmo acelerado de todo el año, es recomendable hacerse un chequeo completo de la visión para comprobar que todo está bien, o para poner soluciones si existe algún problema antes de que los síntomas surjan, o sencillamente para recibir unas pautas por parte del optometrista de una buenas Normas de Higiene Visual y de Ergonomía, que no hacen mal a nadie.
El caso particular del niño

Pero si comprobar que el sistema visual está en pleno rendimiento (sin nada que lo altere) es importante en un adulto, imaginaos lo importante que es en un niño, donde cualquier problema visual puede dificultar su correcto aprendizaje en la lectura o en la escritura, en su coordinación ojo-mano, en su desarrollo motor o en su equilibrio para realizar cualquier deporte, en su percepción, en su integración de la información visual con la de otros sentidos… Todo esto le creará limitaciones sociales que irán en perjuicio de su desarrollo, su personalidad y su carácter.
El niño está en continuo desarrollo y cualquier obstáculo que se le presente durante el mismo (en este caso hablo del desarrollo visual, pero le afectaría cualquiera alteración en cualquier sentido que le aporta una información que debe integrar), puede alterar todo el procesamiento de la información visual:
Entre 0 y 14 años es muy importante detectar y tratar cualquier alteración visual, ya que en el sistema visual se están produciendo constantes cambios anatómicos y fisiológicos según el niño se va desarrollando, dando lugar a la formación de los patrones visuales y a todas las conexiones neurológicas que afectarán a su futura Percepción. Además, en los primeros años de vida el niño está aprendiendo de todo lo que le rodea y de todo lo que hace, y como escribí en otra entrada anterior (de mi otro blog), MUCHA de esa información entra a través de los ojos. Un problema visual (SIN SER UN PROBLEMA PATOLÓGICO) puede ocasionar:
Una vez el problema visual ha desaparecido (se ha tratado), estos escolares mejorarán sus notas, estarán más contentos y serán más sociales. Se sentirán más capaces de afrontar retos difíciles de la etapa escolar.
Por eso, es tan importante un DIAGNÓSTICO PRECOZ a estas edades; y tanto padres como educadores son los responsables de detectar cualquier mínimo problema que presente el niño en la realización de sus tareas diarias. El niño no se va a quejar porque no sabe lo que es un problema de visión, y piensa que todo el mundo ve como él, y si sus compañeros sacan mejores notas que él o juegan mejor al futbol, él sencillamente se irá formando una opinión negativa de él mismo (“Soy más tonto o más torpe que los demás”), reafirmada muchas veces por el entorno, sin saber que hay “algo” que le impide estar en las mismas condiciones que el resto de sus compañeros de clase o amigos al realizar cualquier actividad.
Uno de cada tres niños en edad escolar sufren algún problema de visión SIN DIAGNOSTICAR, y alrededor del 30% del fracaso escolar está relacionado con anomalías visuales.
En otra entrada tenéis una lista de SIGNOS Y SÍNTOMAS que podéis tener en cuenta para detectar si vuestro/a hijo/a o alguno de vuestros alumnos tiene algún problema visual (algunos de los síntomas de esta lista también es válida para los adultos). Pero para haceros una idea, cualquier problema en la visión puede acarrear que el niño:
Muchas veces los padres y los educadores achacan esta actitud negativa a problemas psicosociales, a problemas de lecto-escritura (dislexia) o de hiperactividad, cuando lo más probable es que sólo sea causa de un problema visual sin tratar.
Aunque un niño no haya desarrollado su sistema visual con normalidad, cuanto antes detectemos el problema, antes podremos tratarlo y ayudarle a potenciar su sistema visual, llegando a recuperar su nivel de desarrollo normal para la edad del niño. Esto ocurre porque cuanto más pequeño es el niño, más plástico es su sistema visual, debido a que aunque el órgano visual se desarrolla completamente hasta los 2 años, hasta los 6 años su sistema visual no consigue su funcionalidad completa. Así, si durante ese período su visión tiene cualquier alteración (miopía, astigmatismo, desviación de un ojo, ojo vago, reflejo primitivo sin inhibir,…), el desarrollo no será igual, y si no se trata a tiempo dará lugar a dificultades en su vida diaria. No hay que dejar que pase el tiempo a ver si se soluciona solo, PORQUE NO LO HARÁ, irá a más y puede ser demasiado tarde cuando queramos hacer algo.
También, puede ocurrir que hasta el momento el niño no haya tenido problemas en el colegio y pensemos que su visión está correctamente, y los padres decidan que no necesita una revisión visual HASTA QUE NO MANIFIESTE ALGÚN PROBLEMA EN EL COLEGIO. No hay que esperar a que eso ocurra, una revisión rutinaria no hace mal a nadie y puede evitar que surjan los síntomas y los problemas de rendimiento en el colegio.
Puede ocurrir, que en los cursos anteriores, el niño no tuviera problemas, pero que según transcurre el nuevo curso, manifieste problemas de rendimiento o malas notas que hasta ahora no tenía. Eso sencillamente puede querer decir que el niño presenta un problema visual latente que hasta ahora no se había manifestado porque la exigencia académica no era lo suficientemente alta como para hacerla patente. Pero al aumentar la demanda académica, al aumentar de curso, un problema visual que parecía controlado, se descontrola, porque por ejemplo, el esfuerzo por entender un texto más complicado puede evidenciar un problema de lectura, que antes no parecía que existiera.
Por todo esto, como optometrista, recomiendo que cualquiera de nosotros deberíamos hacernos una revisión visual mínimo una vez al año y SOBRE TODO LOS NIÑOS. Y con “revisión visual” no me refiero sencillamente a ir al oftalmólogo -que también es recomendable, para saber si los ojos están sanos-, o hacer una simple medida de Agudeza Visual, sino el acudir a un optometrista cualificado que pueda evaluar si su sistema visual está preparado para funcionar a pleno rendimiento.
Cualquier alteración visual en niños o adultos, hace que nuestra visión no sea eficaz y en consecuencia nuestro aprendizaje o trabajo tampoco lo sea.

Por ello, nuestro sistema visual está mucho más relajado, ya que si baja nuestro estrés laboral, también baja nuestro estrés visual. En vacaciones, si leemos es por ocio o si hacemos alguna tarea en distancia de cerca, es porque estamos retomando alguna afición olvidada. En cualquiera de esos casos, la tensión es mínima y descansamos cuando queremos. Así, Septiembre es el mejor mes para hacernos una revisión de nuestra visión. Ésta estará en su estado más puro y relajado, dará los valores más reales que posee, tanto en cantidad como en calidad de visión (graduación, enfoque, fusión, percepción, agudeza visual, integración con otros sistemas sensoriales,…); además, emocionalmente todos estamos más relajados cuando volvemos de vacaciones, y todo afecta.
Por tanto, antes de retomar el ritmo acelerado de todo el año, es recomendable hacerse un chequeo completo de la visión para comprobar que todo está bien, o para poner soluciones si existe algún problema antes de que los síntomas surjan, o sencillamente para recibir unas pautas por parte del optometrista de una buenas Normas de Higiene Visual y de Ergonomía, que no hacen mal a nadie.
El caso particular del niño

Pero si comprobar que el sistema visual está en pleno rendimiento (sin nada que lo altere) es importante en un adulto, imaginaos lo importante que es en un niño, donde cualquier problema visual puede dificultar su correcto aprendizaje en la lectura o en la escritura, en su coordinación ojo-mano, en su desarrollo motor o en su equilibrio para realizar cualquier deporte, en su percepción, en su integración de la información visual con la de otros sentidos… Todo esto le creará limitaciones sociales que irán en perjuicio de su desarrollo, su personalidad y su carácter.
El niño está en continuo desarrollo y cualquier obstáculo que se le presente durante el mismo (en este caso hablo del desarrollo visual, pero le afectaría cualquiera alteración en cualquier sentido que le aporta una información que debe integrar), puede alterar todo el procesamiento de la información visual:
- la forma de recibir una información,
- la forma de integrar dicha información,
- la forma de procesar esa información,
- o incluso, la forma de responder a la información recibida,
Entre 0 y 14 años es muy importante detectar y tratar cualquier alteración visual, ya que en el sistema visual se están produciendo constantes cambios anatómicos y fisiológicos según el niño se va desarrollando, dando lugar a la formación de los patrones visuales y a todas las conexiones neurológicas que afectarán a su futura Percepción. Además, en los primeros años de vida el niño está aprendiendo de todo lo que le rodea y de todo lo que hace, y como escribí en otra entrada anterior (de mi otro blog), MUCHA de esa información entra a través de los ojos. Un problema visual (SIN SER UN PROBLEMA PATOLÓGICO) puede ocasionar:
- problemas de rendimiento académico,
- problemas de rendimiento deportivo,
- fracaso escolar (a largo plazo),
- y lo que es peor, problemas de autoestima.
Una vez el problema visual ha desaparecido (se ha tratado), estos escolares mejorarán sus notas, estarán más contentos y serán más sociales. Se sentirán más capaces de afrontar retos difíciles de la etapa escolar.
Por eso, es tan importante un DIAGNÓSTICO PRECOZ a estas edades; y tanto padres como educadores son los responsables de detectar cualquier mínimo problema que presente el niño en la realización de sus tareas diarias. El niño no se va a quejar porque no sabe lo que es un problema de visión, y piensa que todo el mundo ve como él, y si sus compañeros sacan mejores notas que él o juegan mejor al futbol, él sencillamente se irá formando una opinión negativa de él mismo (“Soy más tonto o más torpe que los demás”), reafirmada muchas veces por el entorno, sin saber que hay “algo” que le impide estar en las mismas condiciones que el resto de sus compañeros de clase o amigos al realizar cualquier actividad.
Uno de cada tres niños en edad escolar sufren algún problema de visión SIN DIAGNOSTICAR, y alrededor del 30% del fracaso escolar está relacionado con anomalías visuales.
En otra entrada tenéis una lista de SIGNOS Y SÍNTOMAS que podéis tener en cuenta para detectar si vuestro/a hijo/a o alguno de vuestros alumnos tiene algún problema visual (algunos de los síntomas de esta lista también es válida para los adultos). Pero para haceros una idea, cualquier problema en la visión puede acarrear que el niño:
- no pueda seguir atentamente las explicaciones del profesor en la pizarra si no ve bien de lejos,
- no pueda leer y estudiar con comodidad si ve mal de cerca,
- no pueda entender lo que lee si se tiene que esforzar en leer bien,
- rechazará constantemente ir al colegio,
- su comportamiento será distraído y le costará centrarse en las lecciones o en cualquier actividad que requiera gran atención,
- no le gustará hacer los deberes,
- se sentirá aislado y retrasado paulatinamente del resto de sus compañeros respecto a su aprendizaje,
- por ello, puede volverse introvertido o incluso desarrollar un complejo de inferioridad, muy negativo para su desarrollo como estudiante y como persona.
Muchas veces los padres y los educadores achacan esta actitud negativa a problemas psicosociales, a problemas de lecto-escritura (dislexia) o de hiperactividad, cuando lo más probable es que sólo sea causa de un problema visual sin tratar.
Aunque un niño no haya desarrollado su sistema visual con normalidad, cuanto antes detectemos el problema, antes podremos tratarlo y ayudarle a potenciar su sistema visual, llegando a recuperar su nivel de desarrollo normal para la edad del niño. Esto ocurre porque cuanto más pequeño es el niño, más plástico es su sistema visual, debido a que aunque el órgano visual se desarrolla completamente hasta los 2 años, hasta los 6 años su sistema visual no consigue su funcionalidad completa. Así, si durante ese período su visión tiene cualquier alteración (miopía, astigmatismo, desviación de un ojo, ojo vago, reflejo primitivo sin inhibir,…), el desarrollo no será igual, y si no se trata a tiempo dará lugar a dificultades en su vida diaria. No hay que dejar que pase el tiempo a ver si se soluciona solo, PORQUE NO LO HARÁ, irá a más y puede ser demasiado tarde cuando queramos hacer algo.
También, puede ocurrir que hasta el momento el niño no haya tenido problemas en el colegio y pensemos que su visión está correctamente, y los padres decidan que no necesita una revisión visual HASTA QUE NO MANIFIESTE ALGÚN PROBLEMA EN EL COLEGIO. No hay que esperar a que eso ocurra, una revisión rutinaria no hace mal a nadie y puede evitar que surjan los síntomas y los problemas de rendimiento en el colegio.
Puede ocurrir, que en los cursos anteriores, el niño no tuviera problemas, pero que según transcurre el nuevo curso, manifieste problemas de rendimiento o malas notas que hasta ahora no tenía. Eso sencillamente puede querer decir que el niño presenta un problema visual latente que hasta ahora no se había manifestado porque la exigencia académica no era lo suficientemente alta como para hacerla patente. Pero al aumentar la demanda académica, al aumentar de curso, un problema visual que parecía controlado, se descontrola, porque por ejemplo, el esfuerzo por entender un texto más complicado puede evidenciar un problema de lectura, que antes no parecía que existiera.
Por todo esto, como optometrista, recomiendo que cualquiera de nosotros deberíamos hacernos una revisión visual mínimo una vez al año y SOBRE TODO LOS NIÑOS. Y con “revisión visual” no me refiero sencillamente a ir al oftalmólogo -que también es recomendable, para saber si los ojos están sanos-, o hacer una simple medida de Agudeza Visual, sino el acudir a un optometrista cualificado que pueda evaluar si su sistema visual está preparado para funcionar a pleno rendimiento.
Cualquier alteración visual en niños o adultos, hace que nuestra visión no sea eficaz y en consecuencia nuestro aprendizaje o trabajo tampoco lo sea.
Publicado por
Rosa M. García Hdez
en
12:29 p. m.
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fracaso escolar,
vuelta al cole
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